-River 83 decimoctavo, entre 19, a 50 centésimos del descenso, la peor campaña de la historia. Aragón Cabrera y 310.000 u$s post-devaluación Malvinas para traer al nuevo Schiaffino, que después termino jugando de Walter Gómez. Aunque la visión de Santilli de la oposición no le veía futuro diciendo que era mucha plata...
-No anda Cubillas, y Santilli lo va a buscar a Veira. Llega el gran motivador. 21/9/84 en el pizarrón del vestuario del Monumental dice: “Podemos quedar en la historia de River”. Primero, solidez atrás, donde estaban Saporiti y Borelli, en el 85 llegan Gutiérrez y Ruggeri para patrullar a espaldas de Gallego. Y arriba aparece “el contragolpe ofensivo”, de un equipo supersónico. Se va Gareca a Colombia, pero igual no hay lugar para la sabia veteranía de la retornada zurda de Alonso. Hay mucha más velocidad. Fulminante velocidad ya desde los laterales Montenegro y Gordillo y más en los livianos Morressi, Amuchástegui, Enrique, Alfaro y Francescoli. Y encima luego llegan Alzamendi, Centurión y la brutal potencia del nuevo Kempes, el Búfalo Funes. Como si fuera poco el Bambino detecta en las inferiores al rayo Caniggia y los ágiles y dinámicos Troglio y Gorosito.
-Hay mucha sabiduría táctica en el Bambino, y sabe perfectamente lo que quiere. El equipo no solo es velocísimo...juega muy bien, la persuasión del Bambino sabe donde más rinden sus jugadores. Al que llegó de 9 de Lanus Héctor Enrique lo hace 8. Al que jugaba de 8 cuando llegó en el 84 Francescoli lo hace 9, alternándose con el que también jugaba de 8 en Huracán Morressi. Alfaro es el “wing” mentiroso equilibrador. El equipo se hace ordenado, muy sólido atrás y explosivo arriba. Se pierde en semis el Nacional 85. Pero es muy cómodo dueño del primer torneo largo 85-86. Mucho fútbol, incluso hasta para los 2 recientes grandes campeones de América: el Independiente de Pastoriza, Bochini y Marangoni, y el Argentinos de Borgui, Videla y Cía. Es que había mucho fútbol en varios clubes de la Argentina antes de la gran oscuridad post-1986, hasta la llegada de Bianchi, y su reconquista de América recién casi una década después.
-Y hay de nuevo mucha sabiduría e inteligencia táctica en el Bambino para disimular nada menos que la venta de Francescoli al MATRA de Francia. Al punto de ser el único técnico argentino campeón intercontinental además de Carlos Bianchi desde entonces, y la única vez de River. Apoyándose en la gran solidez del triángulo defensivo central, sigue el 4-4-2, pero Veira arma un nuevo ataque ahora si con la finísima zurda del Overath argentino llamado Alonso o el gran píe derecho de Gorosito, para los piques del “loco” Alzamendi, Centurión y luego el Búfalo Funes. Invictos en la primera fase, en semis logra pasar después de los 3 épicos partidos con el enorme Argentinos campeón vigente. Otra vez el América de Cali de Gareca, Ischia, Cabañas, Willington Ortiz y Falcioni, esta en la final. Pero los hombres de Ríver, ganan allá y acá y el búfalo es decisivo. Zurda de Alonso y olfato de Alzamendi ganan Tokio.
-Michel Platini reinventor del puesto-función de enganche libre. 30 años después del gran Alfredo otro gran cerebro organizador-jugador, creador-goleador, con tal vez menos despliegue pero incomparable pegada. Y poco después Enzo Francescoli. Coleccionistas de títulos internacionales, ambos dueños de letal elegancia. De inteligencia suprema. De exquisita precisión. Quintaesencia del refinamiento futbolístico. Epicúreos de los campos, inolvidables estetas de la eficacia. Matadores por fineza artística. Esbeltos caballeros de las canchas, omnipresentes abanderados del juego, con su rancio linaje de la clase y el talento. Otro juego es posible. Yo, como a Overath, Willington, Babington, Brindisi, Alonso, JJ. López, Van Hanegem, Valderrama, Litmanen, Zidane, Scifo o Alonso, los disfruté...la pelota también. Mas que modelos, maestros o ejemplos, FAROS ETERNOS. Su luz resplandece cada vez más en esta oscura y torpe era del miedo, de disciplinados burócratas y obedientes carrileros autitos chocadores. Es solo ver su reflejo disfrutando al ver jugar a su heredero el sabio rebelde llamado Riquelme, resistiendo estoico con la bandera en lo alto. Hablan que murió el Roman...ticismo y nos quieren llevar a su ordinariez., acosándolo por recordárselas. Hay que poder apreciar el azul sutil, fluido y profundo que corre por las rebeldes venas de la estirpe heroica de los soberbios estetas del riesgo y la belleza para lograr entender. Perdón SENTIRLO. Siempre será más importante y valioso.
-No anda Cubillas, y Santilli lo va a buscar a Veira. Llega el gran motivador. 21/9/84 en el pizarrón del vestuario del Monumental dice: “Podemos quedar en la historia de River”. Primero, solidez atrás, donde estaban Saporiti y Borelli, en el 85 llegan Gutiérrez y Ruggeri para patrullar a espaldas de Gallego. Y arriba aparece “el contragolpe ofensivo”, de un equipo supersónico. Se va Gareca a Colombia, pero igual no hay lugar para la sabia veteranía de la retornada zurda de Alonso. Hay mucha más velocidad. Fulminante velocidad ya desde los laterales Montenegro y Gordillo y más en los livianos Morressi, Amuchástegui, Enrique, Alfaro y Francescoli. Y encima luego llegan Alzamendi, Centurión y la brutal potencia del nuevo Kempes, el Búfalo Funes. Como si fuera poco el Bambino detecta en las inferiores al rayo Caniggia y los ágiles y dinámicos Troglio y Gorosito.
-Hay mucha sabiduría táctica en el Bambino, y sabe perfectamente lo que quiere. El equipo no solo es velocísimo...juega muy bien, la persuasión del Bambino sabe donde más rinden sus jugadores. Al que llegó de 9 de Lanus Héctor Enrique lo hace 8. Al que jugaba de 8 cuando llegó en el 84 Francescoli lo hace 9, alternándose con el que también jugaba de 8 en Huracán Morressi. Alfaro es el “wing” mentiroso equilibrador. El equipo se hace ordenado, muy sólido atrás y explosivo arriba. Se pierde en semis el Nacional 85. Pero es muy cómodo dueño del primer torneo largo 85-86. Mucho fútbol, incluso hasta para los 2 recientes grandes campeones de América: el Independiente de Pastoriza, Bochini y Marangoni, y el Argentinos de Borgui, Videla y Cía. Es que había mucho fútbol en varios clubes de la Argentina antes de la gran oscuridad post-1986, hasta la llegada de Bianchi, y su reconquista de América recién casi una década después.
-Y hay de nuevo mucha sabiduría e inteligencia táctica en el Bambino para disimular nada menos que la venta de Francescoli al MATRA de Francia. Al punto de ser el único técnico argentino campeón intercontinental además de Carlos Bianchi desde entonces, y la única vez de River. Apoyándose en la gran solidez del triángulo defensivo central, sigue el 4-4-2, pero Veira arma un nuevo ataque ahora si con la finísima zurda del Overath argentino llamado Alonso o el gran píe derecho de Gorosito, para los piques del “loco” Alzamendi, Centurión y luego el Búfalo Funes. Invictos en la primera fase, en semis logra pasar después de los 3 épicos partidos con el enorme Argentinos campeón vigente. Otra vez el América de Cali de Gareca, Ischia, Cabañas, Willington Ortiz y Falcioni, esta en la final. Pero los hombres de Ríver, ganan allá y acá y el búfalo es decisivo. Zurda de Alonso y olfato de Alzamendi ganan Tokio.
-Michel Platini reinventor del puesto-función de enganche libre. 30 años después del gran Alfredo otro gran cerebro organizador-jugador, creador-goleador, con tal vez menos despliegue pero incomparable pegada. Y poco después Enzo Francescoli. Coleccionistas de títulos internacionales, ambos dueños de letal elegancia. De inteligencia suprema. De exquisita precisión. Quintaesencia del refinamiento futbolístico. Epicúreos de los campos, inolvidables estetas de la eficacia. Matadores por fineza artística. Esbeltos caballeros de las canchas, omnipresentes abanderados del juego, con su rancio linaje de la clase y el talento. Otro juego es posible. Yo, como a Overath, Willington, Babington, Brindisi, Alonso, JJ. López, Van Hanegem, Valderrama, Litmanen, Zidane, Scifo o Alonso, los disfruté...la pelota también. Mas que modelos, maestros o ejemplos, FAROS ETERNOS. Su luz resplandece cada vez más en esta oscura y torpe era del miedo, de disciplinados burócratas y obedientes carrileros autitos chocadores. Es solo ver su reflejo disfrutando al ver jugar a su heredero el sabio rebelde llamado Riquelme, resistiendo estoico con la bandera en lo alto. Hablan que murió el Roman...ticismo y nos quieren llevar a su ordinariez., acosándolo por recordárselas. Hay que poder apreciar el azul sutil, fluido y profundo que corre por las rebeldes venas de la estirpe heroica de los soberbios estetas del riesgo y la belleza para lograr entender. Perdón SENTIRLO. Siempre será más importante y valioso.
TESTIMONIOS
Francescoli, el Plástico
Jugaban River y Colón. A los cinco minutos, el Indiecito Solari maniobró a diez, quince metros de la línea de fondo por izquierda, amagó para acá, quebró para allá y puso el centro paralelo y alto con parábola corta a la altura del primer palo. Francescoli –estaba libre, de cara al origen del envío, equidistante entre espectadores de camiseta rojinegra- y no saltó: se elevó que es otra cosa. Cuando el cuerpo llegó al punto máximo de distancia con respecto a la gramilla del Monumental, en ese instante de inmovilidad previo a comenzar el descenso, la pelota le llegó.
Intersección plena (nada de ceja, de oreja, de nuca y mucho menos de hombro): frontal/parietal derecho y giro de un poquito más de cuarenta y cinco grados –algo más de cincuenta, incluso- de izquierda a derecha y con leve inclinación hacia abajo para que la pelota se abriera en ángulo obtuso ( con perdón de la palabra) y con parábola descendente, de modo tal que picase cerca de la línea de gol e inmediata al poste más lejano, inalcanzable para el manotazo de Leonardo Díaz. Gol.
En circunstancias similares, antiguos bailarines airosos como Rubén Bravo o el otro Rubén, el divino Marqués Sosa –jugadores de Academia en el mejor de los sentidos-, solían realizar un movimiento ascendente similar, con giro brusco de cervicales equivalente, pero con una resolución coreográfica distinta, algo más contenida: mantenían los pies juntos, tobillos contiguos, no separaban demasiado los brazos del cuerpo. El giro apenas si involucraba a los hombros. Lo de Francescoli ante Colón fue más expansivo, pero igualmente armónico: separó las piernas casi al máximo mientras subía, al mismo tiempo que los brazos acompañaban con un aleteo la torsión del torso que para eso está, para sumar fuerza al impacto. Pero claro que no aterrizó desparramado. Cuando volvió a tomar contacto con el césped (no es fácil precisar si la pelota ya estaba adentro o iba en camino) ya estaba armado otra vez como solía Nureyev después del vuelo. Cayó sobre las puntas y salió a celebrar entre ovaciones.
Algún purista podría objetar que se despeinó. No sería justo: desde la terrible escena final de Bonnie and Clyde y el Shock de Susana Jiménez con sus secuelas de innumerables publicidades de shampoo, la cámara lenta le ha dado un indudable prestigio estético al movimiento armónico del pelo revoleado. Y en el gol de Francescoli, repetido, repetido, repetido y repetido por televisión, el pelo acompañaba a la pelota en la salida como si la despidiera con una mano tendida desde la cabeza. El borrón del pelo, en esas repeticiones ralentizadas al máximo, dibuja el movimiento, la dirección, como el viento en la llama, como las rayitas que acompañan los dibujos de historietas. Eso es: dibujado en el aire.
La palabra para definirlo es plástico. Francescoli es plástico. Hay muchos que son “de” plástico, carecen de buena madera; hay otros que son plásticos como lo es la plastilina, lábil, fácil de deformar y que sirve mucho para nada. El señor Francescoli es plástico en el sentido estético, lo que se entiende por forma armónica, en reposo o en movimiento. Una manera digna de usar y de poner el cuerpo: cuando entra al campo, erguido y estatuario; cuando distribuye peso y equilibrio en una volea; cuando festeja sobrio, sin trabajo de coreografía; cuando saluda y levanta le brazo agradecido sin obsecuencia; hasta cuando le pegan cae como se debe...
Por eso, cuando se está yendo, lo queremos congelar; pero no como a un indeseable Walt Disney. Que quede la imagen congelada de Francescoli para que venga un Leonardo –no Leonardo Díaz, precisamente- y establezca proporciones, saque medidas, dibuje el Modelo.
Juan Sasturain, Wing de Metegol
Platini, el vagabundo
Este extraño y brillante jugador francés se parece a algunos otros y no se parece a ninguno. Tiene una personalidad tan poderosa que hasta se permite el lujo de pasar desapercibido por el campo de juego durante a veces largos periodos en la disputa de un partido (...) Admitiría cierta comparación con Rinaldo Martino, pero es otra cosa. Platini nos hace acordar a José Samitier, aquel catalán que fue amigo de Gardel, al igual que lo hacía Samitier anda como un vagabundo por la cancha. Parece un tipo que esta perdido buscando una calle. Su andar es cansino, perezoso y desinteresado de todo lo que pasa en su contorno. La camisa fuera del “lompa”, el pelo largo. Jopo, patillas. Pelambre. Todo en desorden y hablando, como hablando solo, habla sin pausa; da ordenes, manda, rezonga, discute, protesta como buen francés, se le adivina malhumorado, parece enojado como consigo mismo, con los demás, con la pelota, con el arbitro, contra el gobierno. Como si no supiera quien es y que hace. Si llegara un tripulante de un plato volador, diría: Y ese coso, ¿qué hace estorbando allí en el campo?
Un chispazo de inspiración, como si de repente se hiciera una luz, como movido por la fuerza centrífuga de un contacto de alto voltaje, como una ligazón de megatones que pusiera en movimientos émbolos, cilindros, rotores, palancas, carburadores y bujías. Todo armonizado en un concierto de potencias físicas y mentales, Platini arranca, es un rayo, un buscapié con sobrecarga de pólvora, un cohete loco que se desplaza, se escurre entre los defensas, se coloca y no le ve nadie, tan grande él y con la camisa afuera y tanto pelo y tanta fama y le llega la pelota en descubierta y la toca con la suavidad de una caricia y ahí esta el compañero para el remate fulminante y mortal, o para esperar la devolución. Y es él el gran verdugo de los guardavallas y señalando el gol por el cual (como buen francés que tiene la medida de lo correcto y el tono justo de la actitud elegante, recibe la felicitación sin alharacas y acepta el júbilo sin desbordes), para recobrar su actitud como de indiferencia recupera su paso cansino y se ausenta del extraño tumulto de la cancha (...) hasta el nuevo toque que despierte y ponga en movimiento el ingenio, porque Michel Platini es un genio del fútbol, un mago del balón, un gran talento de la ciencia futbolera, un brujo para adivinar la falla del contrario, un ídolo autentico, un “crack”, un as, un divo, un genio.
Patricio Luna, 18/06/86 Clarín
El fútbol, es, en efecto un juego. Siempre debería ser una fiesta, un espectáculo y no una cosa de vida o muerte. En la actualidad los jugadores jóvenes se complican la vida antes de tiempo, porque consideran que la carrera del futbolista está antes que el juego... el secreto reside en que las presiones que rodean a este deporte se contrarrestan de una sola forma: sintiendo placer por el juego. Es raro que quien hace algo por gusto lo haga mal, y si las cosas salen bien, entonces no hay presiones a qué responder.
Michel Platini, 1990
Por mi forma de jugar mi meta es transformarme en un jugador inteligente. Quiero ser alegre y responsable al mismo tiempo... alguien que evalúa el partido, que ve por donde se puede desequilibrar, por donde hacemos agua y como podemos solucionarlo, variar el juego. En suma, saber dar el golpe justo en el momento exacto.
Enzo Francescoli, 1983, El Gráfico
El profesional deja todo: familia, amigos, no sabe lo que es un fin de semana, deja todo por la pasión del fútbol y llegar al objetivo que es la gloria. Yo, entre jugador y DT, hace 45 años que no tengo un fin de semana. Dejo amigos, dejo familia, dejo todo. Porque es la pasión del fútbol, por buscar la gloria. La gloria es la pasion de llegar al objetivo, de llegar a ser campeón, de quedar en la historia.
Héctor Rodolfo Veira. El fútbol por dentro.
Jugaban River y Colón. A los cinco minutos, el Indiecito Solari maniobró a diez, quince metros de la línea de fondo por izquierda, amagó para acá, quebró para allá y puso el centro paralelo y alto con parábola corta a la altura del primer palo. Francescoli –estaba libre, de cara al origen del envío, equidistante entre espectadores de camiseta rojinegra- y no saltó: se elevó que es otra cosa. Cuando el cuerpo llegó al punto máximo de distancia con respecto a la gramilla del Monumental, en ese instante de inmovilidad previo a comenzar el descenso, la pelota le llegó.
Intersección plena (nada de ceja, de oreja, de nuca y mucho menos de hombro): frontal/parietal derecho y giro de un poquito más de cuarenta y cinco grados –algo más de cincuenta, incluso- de izquierda a derecha y con leve inclinación hacia abajo para que la pelota se abriera en ángulo obtuso ( con perdón de la palabra) y con parábola descendente, de modo tal que picase cerca de la línea de gol e inmediata al poste más lejano, inalcanzable para el manotazo de Leonardo Díaz. Gol.
En circunstancias similares, antiguos bailarines airosos como Rubén Bravo o el otro Rubén, el divino Marqués Sosa –jugadores de Academia en el mejor de los sentidos-, solían realizar un movimiento ascendente similar, con giro brusco de cervicales equivalente, pero con una resolución coreográfica distinta, algo más contenida: mantenían los pies juntos, tobillos contiguos, no separaban demasiado los brazos del cuerpo. El giro apenas si involucraba a los hombros. Lo de Francescoli ante Colón fue más expansivo, pero igualmente armónico: separó las piernas casi al máximo mientras subía, al mismo tiempo que los brazos acompañaban con un aleteo la torsión del torso que para eso está, para sumar fuerza al impacto. Pero claro que no aterrizó desparramado. Cuando volvió a tomar contacto con el césped (no es fácil precisar si la pelota ya estaba adentro o iba en camino) ya estaba armado otra vez como solía Nureyev después del vuelo. Cayó sobre las puntas y salió a celebrar entre ovaciones.
Algún purista podría objetar que se despeinó. No sería justo: desde la terrible escena final de Bonnie and Clyde y el Shock de Susana Jiménez con sus secuelas de innumerables publicidades de shampoo, la cámara lenta le ha dado un indudable prestigio estético al movimiento armónico del pelo revoleado. Y en el gol de Francescoli, repetido, repetido, repetido y repetido por televisión, el pelo acompañaba a la pelota en la salida como si la despidiera con una mano tendida desde la cabeza. El borrón del pelo, en esas repeticiones ralentizadas al máximo, dibuja el movimiento, la dirección, como el viento en la llama, como las rayitas que acompañan los dibujos de historietas. Eso es: dibujado en el aire.
La palabra para definirlo es plástico. Francescoli es plástico. Hay muchos que son “de” plástico, carecen de buena madera; hay otros que son plásticos como lo es la plastilina, lábil, fácil de deformar y que sirve mucho para nada. El señor Francescoli es plástico en el sentido estético, lo que se entiende por forma armónica, en reposo o en movimiento. Una manera digna de usar y de poner el cuerpo: cuando entra al campo, erguido y estatuario; cuando distribuye peso y equilibrio en una volea; cuando festeja sobrio, sin trabajo de coreografía; cuando saluda y levanta le brazo agradecido sin obsecuencia; hasta cuando le pegan cae como se debe...
Por eso, cuando se está yendo, lo queremos congelar; pero no como a un indeseable Walt Disney. Que quede la imagen congelada de Francescoli para que venga un Leonardo –no Leonardo Díaz, precisamente- y establezca proporciones, saque medidas, dibuje el Modelo.
Juan Sasturain, Wing de Metegol
Platini, el vagabundo
Este extraño y brillante jugador francés se parece a algunos otros y no se parece a ninguno. Tiene una personalidad tan poderosa que hasta se permite el lujo de pasar desapercibido por el campo de juego durante a veces largos periodos en la disputa de un partido (...) Admitiría cierta comparación con Rinaldo Martino, pero es otra cosa. Platini nos hace acordar a José Samitier, aquel catalán que fue amigo de Gardel, al igual que lo hacía Samitier anda como un vagabundo por la cancha. Parece un tipo que esta perdido buscando una calle. Su andar es cansino, perezoso y desinteresado de todo lo que pasa en su contorno. La camisa fuera del “lompa”, el pelo largo. Jopo, patillas. Pelambre. Todo en desorden y hablando, como hablando solo, habla sin pausa; da ordenes, manda, rezonga, discute, protesta como buen francés, se le adivina malhumorado, parece enojado como consigo mismo, con los demás, con la pelota, con el arbitro, contra el gobierno. Como si no supiera quien es y que hace. Si llegara un tripulante de un plato volador, diría: Y ese coso, ¿qué hace estorbando allí en el campo?
Un chispazo de inspiración, como si de repente se hiciera una luz, como movido por la fuerza centrífuga de un contacto de alto voltaje, como una ligazón de megatones que pusiera en movimientos émbolos, cilindros, rotores, palancas, carburadores y bujías. Todo armonizado en un concierto de potencias físicas y mentales, Platini arranca, es un rayo, un buscapié con sobrecarga de pólvora, un cohete loco que se desplaza, se escurre entre los defensas, se coloca y no le ve nadie, tan grande él y con la camisa afuera y tanto pelo y tanta fama y le llega la pelota en descubierta y la toca con la suavidad de una caricia y ahí esta el compañero para el remate fulminante y mortal, o para esperar la devolución. Y es él el gran verdugo de los guardavallas y señalando el gol por el cual (como buen francés que tiene la medida de lo correcto y el tono justo de la actitud elegante, recibe la felicitación sin alharacas y acepta el júbilo sin desbordes), para recobrar su actitud como de indiferencia recupera su paso cansino y se ausenta del extraño tumulto de la cancha (...) hasta el nuevo toque que despierte y ponga en movimiento el ingenio, porque Michel Platini es un genio del fútbol, un mago del balón, un gran talento de la ciencia futbolera, un brujo para adivinar la falla del contrario, un ídolo autentico, un “crack”, un as, un divo, un genio.
Patricio Luna, 18/06/86 Clarín
El fútbol, es, en efecto un juego. Siempre debería ser una fiesta, un espectáculo y no una cosa de vida o muerte. En la actualidad los jugadores jóvenes se complican la vida antes de tiempo, porque consideran que la carrera del futbolista está antes que el juego... el secreto reside en que las presiones que rodean a este deporte se contrarrestan de una sola forma: sintiendo placer por el juego. Es raro que quien hace algo por gusto lo haga mal, y si las cosas salen bien, entonces no hay presiones a qué responder.
Michel Platini, 1990
Por mi forma de jugar mi meta es transformarme en un jugador inteligente. Quiero ser alegre y responsable al mismo tiempo... alguien que evalúa el partido, que ve por donde se puede desequilibrar, por donde hacemos agua y como podemos solucionarlo, variar el juego. En suma, saber dar el golpe justo en el momento exacto.
Enzo Francescoli, 1983, El Gráfico
El profesional deja todo: familia, amigos, no sabe lo que es un fin de semana, deja todo por la pasión del fútbol y llegar al objetivo que es la gloria. Yo, entre jugador y DT, hace 45 años que no tengo un fin de semana. Dejo amigos, dejo familia, dejo todo. Porque es la pasión del fútbol, por buscar la gloria. La gloria es la pasion de llegar al objetivo, de llegar a ser campeón, de quedar en la historia.
Héctor Rodolfo Veira. El fútbol por dentro.